-La clase se redujo a una discusión sobre la existencia de Laura, Laura muerta, Laura viva, Laura desnuda, Laura con cabello rubio, con ojos del alma, Laura como el aura, Laura como el demonio, como el pecado, como la virgen y la pasión. Yo dudaba de la existencia del escritor, y como todo, se me paso el interés. Así fue como llegue a pensar en la Maga, tan trillada, tan tonta, tan desplazada a cuerpos ajenos por amantes ridículos que dedicaban rayuela por "cultura", por estupidez. Imaginé a Dante haciendo el amor con Beatriz en la boca de Lucifer, después con Dolores, con Helena, con Albertina y con todas las putas literarias.
Eso le contaba a él, que poco parecía prestarme atención, y movía el palillo blanco del vaso con ron o algo así. Yo sabía que el desenlace de la conversación podría repetirse en eso de "si me dices que me vaya, me iré para siempre, mírame el rostro, los labios que deseas, mírame sentado en tu sillón, donde nos besamos por primera vez, con el sonido de un reloj que tenía una hora atrasada, asegúrate de olvidarme, y que si me voy nada pasa, porque vos estas enamorada de otro". Yo estaba alucinando, las conversaciones solo se me han terminado así una vez en la vida, y me dolían los pies y me sonaban las tripas del hambre. ¿Hacer el amor con hambre? no.
Dejé el bar o la cafetería. donde sea que estaba porque tenía un compromiso, de esos clandestinos que después revelo en cosas como estas, pero que nadie puede preguntarme porque es absurdo, porque sería como preguntarle a Petrarca si Laura realmente existía (que vergüenza). No recordaba muy bien la casa, si el jardín, así que confié de eso. Comenzó a llover, caminaba rápido, quería ir linda, pero llegue mojada y sudada, llegué. Quizás a él si le interesaba mi clase de literatura universal, pero se me olvidó todo. Pase a su cuarto disimulando ser una estudiante de música, salude a su madre, que se llamaba Lucía, como todas las Lucias del mundo, y olía rico. Dejé mi bolso, donde lo dejaba cuando tenía 15 y él 28. Escuché la puerta cerrarse, los pasos acercarse, hasta que sentí su mano metida entre mi calzón, como queriendo comprobar el calor, como un científico que después valoraría los resultados junto con sus amigos científicos desempleados. Yo era uno de esos animales de laboratorio, daba lastima y estaba asustada; pero yo quise ir, quise que él cerrara la puerta con doble llave, quise volver a sentir lo deliberadamente incorrecta que puede ser una tarde.
El cuarto estaba diferente, estaba ordenado, las partituras en una esquina, los instrumentos en la otra, un cuadro de un gato, una alfombra azul, y un mueble con una computadora vieja, pero que funcionaba bien, eso me dijo. No me importaba que había pasado en cinco años, si estaba saliendo con alguna chica, si tenía un hijo o había comenzado a drogarse diariamente, nada era relevante. Le di un beso en los labios, un beso de tres segundos, con los cuerpos distanciados, con las manos pesadas por mi puño cerrado. Me senté donde se sientan todos sus estudiantes, pensé en las chicas que pudieron estar acá mintiendo que aprendían, y sólo venían por amor, o algo así, yo nunca vine por amor.
-Tenes el cabello distinto, la última vez que nos vimos en Nicaragua, estaba tan corto, ¿te recuerdas? . -Sí, la madrugada que corriste descalzo y no supe que decir, porque de repente me decías que me querías al frente de mi exnovio, al que amaba, pero no besaba porque su novia estaba durmiendo a tres metros de mi tiendita. Él sonrió y yo pensé en un pésimo trío. -Igual, se te ve bien, como todas las cosas siempre se te vieron bien, menos aquella vez que se te pego el fleco mojado en la frente y parecías un bichicho extraño.
-¿Porqué viniste?. Era esa pregunta tonta que siempre me hago cuando llego a algún sitio y nunca respondo, porque creo que se trata de un asunto filosófico espacial-temporal que poco me importa. Me quedo en silencio, bajo la cabeza, junto las rodillas, miró mis zapatos mojados y al mismo tiempo los zapatos de él. No hay nada igual, excepto su uso, ¿para que funcionan los zapatos?.No se cuanto tiempo pasa mientras yo sólo estaba ahí sentada, ahora pensando en demasiadas cosas, y él mirándome, esperando paciente mis confesiones, no, esperando que quisiera desnudarme, si, eso esperaba hace cinco años.
-Yo nunca tuve que haber venido. -Me tenes cansado con estas cosas, porque no puedes decidir, porque no te vas y ya, porque siempre queres hacer un circo con todo, porque no puedo tratarte mal y de una vez por todas mandarte para la mierda. (bla..bla..bla)
Eran las 8: 13 pm, yo volvía a casa en bus que olía a humedad, sudor, y multitud, esa mezcla asquerosa de perfumes, con los pies mojados, mirando por la ventana como cualquier pasajero, contando los días para la entrega de un trabajo, buscando en los contactos a alguien que hace mucho no veía, apunté el numero. 88764045. Marqué. Ya no existe. Quizás él era como Laura.
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